El mayor de los desafíos
- Zaimeé Bonilla

- Oct 28
- 2 min read

Ayer se tomaron decisiones importantes; bueno, qué ayer, todo el mes de octubre ha sido de puro cambiar el rumbo de las cosas. Desde el 2020 llevo arrastrando este proyecto que ayer finalmente se fue ¨live¨ y que aún no me creo. Es que lo pienso y no se ni cómo en menos de dos semanas he podido despausar todo este rollo que en otro momento o circunstancia se habría quedado engavetado forever.
Seamos honestos, no soy persona de tomar decisiones radicales, especialmente aquellas que mueven los cimientos y transforman el entorno. Decisiones que provocan cambios en la rutina, de esas que te sacan de tu zona de comfort, que te incomodan. Así las cosas, y no quisiera echarle las culpas al libro de los Atomic Habits que finalmente me decidí comprar, di el primer pasó de escribir en mi lista de metas que tal vez no me vendría mal alquilar una oficina. Y me brillaron los ojos, y se me asomó una sonrisa, y todo comenzó a tomar color, forma, estructura.
Hace algunos años lo contemplé como quien admira una posibilidad nula. Mi prioridad siempre ha sido mi familia, mi casa, mi trabajo. Pero dentro, muy dentro, he deseado poder simplemente sentarme a escribir y sacar de mi cabeza tantas historias sin contar, tantas palabras que de vez en vez abruman mis pensamientos. Y con tantas responsabilidades, y tanta infelicidad, llegó el momento. Abrí mi planner una mañana y debajo de la lista de metas no tenía nada escrito, y como una burbuja se asomó la idea de que ya iba siendo hora de tener mi propio espacio para escribir.
Agarré mi teléfono y comencé a buscar oficinas pequeñas en la ciudad. A esa búsqueda se le sumaron muchas otras, no sólo en línea. Literalmente irme en mi carro a buscar lugares disponibles que pudiera yo pagar. TODO, absolutamente todo estaba fuera de mi alcance. Hasta que llegó el espacio perfecto, con la vista perfecta, con la vibra perfecta... Pero como ya son cuarentaitantos los años que me hecho, decidí seguir mi instinto y el espacio, la vista y la vibra no pudieron ser.
Y así, ya cuando pensaba darme por vencida, encontré un lugarcito a pasos de mi casa. No tiene la vista, ni mucho menos el ambiente hype citadino que tanto deseaba, pero no me puedo quejar. En unos cuantos días va a ser MI espacio, bajo MIS términos, con MIS tormentas, MIS historias, MIS palabras...
Octubre, como siempre, ha traído una ola de cambios que no buscaba pero que desde hace tiempo debieron ser. No lo quisiera catalogar como egoísmo, es más bien un despertar de un talento que he obligo a mantenerse inerte y más que callado lo que hace es gritar en mis adentros.
El escritorio, la lámpara, los cuadros, los lápices, los cuadernos, ya están todos listos, pero, ¿listos para que?




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